jueves, 9 de octubre de 2008

EL POR QUE ESTAMOS EN UNA COYUNTURA CRÍTICA


x Fesal Chain
poeta, escritor y sociólogo
militante del Partido Comunista de Chile.

Más allá de mis propias declaraciones de principios y de la legítima postura crítica, de carácter ético de muchos y muchas comunistas sobre  el apoyo "táctico" del partido a la concertación, esto nos preocupa y mucho, por una cuestión de fondo, que desde la perspectiva de la opción antineoliberal, puede sellar el futuro de la izquierda y del pueblo por muchos años, acaso décadas. 

En primer lugar, tenemos la experiencia histórica palpable, que cuando los partidos y destacamentos de la izquierda anticapitalista, giran a  la social democracia liberal, el pueblo queda literalmente abandonado, o como se dice clásicamente, licenciado, es decir fuera de su actividad propia. 

Y esto fue así en el Chile de los 90, recién. El copamiento del padrón electoral para el Plebiscito del NO, y la dirección democrático-burguesa de este proceso que movilizó a las masas para derrotar al comando más reaccionario del liberalismo, el pinochetismo, en su afán de perpetuarse, se convirtió rápidamente en el licenciamiento de las masas, de su poder movilizador y organizativo, a ser meramente ciudadanos representados. Que la izquierda haya participado de este proceso, no era en ese período, su social democratización, sino al menos en parte de ella, la voluntad de darle una dirección democrático-popular al proceso en marcha. Sin embargo, ya la izquierda histórica y revolucionaria venía de una derrota del período 1973-1987, que no le permitió darle al conjunto del pueblo dirección política, con un programa y estrategia socialista.

La historia posterior se traduce en el viraje de casi toda la izquierda clasista a la concertación, en el llamado proceso de unidad del partido socialista.  Daba la fuerte impresión que la derrota de los históricos y revolucionarios era definitiva.  

Pero sucedió una primera cuestión relevante, cuando es la  acumulación y dirección de fuerza social lo que importa, para llevar adelante un programa y una estrategia radical de cambios del capitalismo neo liberal. Las masas que se movilizaron prácticamente de manera espontánea, autónoma, sin dirección contra la dictadura pinochetista, durante al menos 7 años seguidos, del 1982 al 1988, no sólo quedaron licenciadas en su estrategia y táctica espontánea, sino que a la vez fueron abandonadas por los destacamentos históricos y revolucionarios. De esta manera la posibilidad de una salida democrático-popular en cualquier crisis manifiesta del  período siguiente 1990-2008, se canceló de manera casi definitiva.

Pero durante la década de los 90, el partido comunista de chile, sus militantes y cuadros que se quedaron en él, comenzaron un difícil, esforzado y sistemático trabajo de lucha ideológica contra el nuevo régimen democrático burgués o si se quiere actualizar el término, contra el bloque social demócrata cristiano y socialista. Definiéndolo en esencia, como un bloque de administración del régimen liberal pinochetista, tal cuál lo afirmara en reiteradas ocasiones la líder máxima del comunismo chileno, Gladys Marín.

Lo interesante del diagnóstico de Marin y de las acciones correspondientes del partido, es que se era capaz de entender, con un lenguaje conceptual distinto al que ocupo en este texto, pero que apunta a lo mismo, que efectivamente se había empoderado del aparato del estado una fracción social demócrata que representaba los intereses del capital financiero, pero que a su vez, ofrecía un programa y una estrategia de reformas importantes, pero no de ruptura total, al modelo político y económico del pinochetismo.

Marín en ese entonces, consecuente a su análisis, planteaba que el partido debía ser el destacamento que a la vez que daba una lucha teórica y política al neo liberalismo social demócrata, acumulara, direccionara y representara a aquella fuerza social del mundo popular y de las capas medias que quedaban fuera de las supuestas modernizaciones capitalistas y de la participación económica, social y política de la democracia-liberal, restringida y excluyente.

De mi punto de vista, ese era y sigue siendo el camino de la izquierda. El saber caracterizar a este nuevo bloque hegemónico y luchar teórica y políticamente contra él.  Y de ahí nuestra indignación ética, pero también teórica y política al giro copernicáno del partido en esta coyuntura.

Al dejar en la práctica el diagnóstico, el programa y la estrategia de Gladys Marín y del partido en el período 1990-2000 o hasta la muerte de la secretaria general y presidenta, lo que se está haciendo realmente, es retomar con un retraso de 20 años, la misma estrategia y cambio de política de aquella izquierda histórica y revolucionaria del 90 que se fue a la concertación en masa y que ha terminado subsumida en la estrategia y programa de los sectores más derechistas de la centro izquierda, el mapucismo de Insulza y Gazmuri, el liberalismo de los suizos liderados por R. Lagos o laguismo,  el neoalmeydismo de Escalona y el tercerismo almeydista de Solari. 

Hoy compañeros y compañeras de la izquierda, es un momento extremadamente crítico para el mundo popular, para los trabajadores urbanos y rurales, para el mundo de los pobres del campo y la ciudad, para el movimiento estudiantil, y para todos los movimientos sociales que se han activado en esto 20 años de gobierno liberal populista. 

No es una coyuntura menor. El abandono del partido comunista de las tesis y acciones de Gladys Marín y su relativa hasta ahora social democratización, generarán un abandono completo de la izquierda histórica de un programa y una estrategia popular de salida al capitalismo neo liberal y lo que es más grave, un abandono completo de los sectores sociales críticos al neo liberalismo que gracias al partido comunista y su estrategia anterior, habían logrado nuclearse en una fuerza social de al menos 600.000 chilenos con derechos ciudadanos. Y si a esto le sumamos los 3 millones de hombres y mujeres que no participan del andamiaje electoral del sistema, se está abandonando, literalmente a casi 4 millones de chilenos, a ser, por una parte meramente ciudadanos, que a lo más podrán elegir entre dos modelos de neoliberalismo, que sólo se diferencian por sus comandos o destacamentos, y por otra parte a ser una masa informe no sujeta a conducción ni a representación.

Este es el gran problema crítico de esta coyuntura y esencialmente las causas profundas de nuestro desencanto, frustración y reflexión.

Que se entienda de una vez, no somos un puñado de hombres y mujeres sin experiencia política, sin reflexión teórica y sin capacidad organizativa. No somos como se querrá mostrar, un puñado de radicalizados y cabezas calientes, que ven la política como una mera guerra de trincheras y de enfrentamientos a adversarios indeferenciados. 

Que no se nos subvalore. Pertenecemos a una tradición que viene desde Recabarren, Allende, Enríquez y Gladys Marín, que sabemos lo que está pasando más allá de los discursos y las opiniones sobre lo que está pasando, y que nos convoca urgentemente, dada la situación de crisis de la izquierda histórica y revolucionaria comunista, a declarar nuestro inconformismo, a declarar nuestro diagnóstico, a poner la voz de alerta y a actuar, si fuese necesario, para detener la definitiva social democratización de la izquierda, que significará para nuestro pueblo una derrota estratégica de proporciones ininmaginables, como acaso  fue la derrota de la Comuna de París o la caída del Muro de Berlín y la posterior desaparición por muchos años de una alternativa popular y socialista frente al dominio de la burguesía productiva y financiera global y del imperialismo.


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