viernes, 31 de octubre de 2008

Volaba...lejos tu pensamiento...


Fesal Chain

...quiere blasfemar contigo
de dios, de los hombres y de él
quiere llegar más allá de la luz (...)
 quiere arrancar de su tierra una cruz...
que no te espera mujer
a que vayas a hacer el amor
más bien es la guerra
lo que quiere hacer...


Silvio Rodriguez


¿Cómo salir del atolladero? Cómo realmente no quedarnos amarrados en el marco institucional, en la máquina del poder y la historia y volar, volar lejos, para re/armar a la izquierda? ¿Vale la pena? ¿O ya es tarea sin solución, es buscar nuestros pasos perdidos?

Entre septiembre del 73 y hoy, han pasado 35 años, ya no hablemos de estadísticas, ni de muertos, ni del genocidio, ni del posterior encarcelamiento de las consciencias, ni de la caída de los modelos,  ni de falta de ideas. No hablemos de los que quedan, acaso sueños convertidos en pesadilla, acaso tan sólo un puñado de uniformes tratando de no caer al vacío.

Hemos sido nuestro propio enemigo en la batalla, que duda cabe. Que Saramago escriba que la izquierda no tiene puta idea del mundo en que vive, no es novedad. La novedad reside, en que se dice, se vomita la frase, se estremece la voz del que la dice, la novedad es que se atreve a comienzos de milenio.

Que se vayan a la mierda aquellos que nos acusan de anticomunistas, cuando por necesidad comenzamos a decir unas cuantas verdades, en el rostro de nuestra izquierda. Lo hacemos por que justamente somos y seguiremos siendo de izquierda hasta la muerte, pero que ésta nos pille confesados, al menos.

Pecado capital es buscar en en otros lugares nuestro lugar. Ya sea en esos nuevos modelos de dispersión del poder, prehispánicos, o de la militarización de la idea. Ya sea en vietnamita, en chino o en el tropical lenguaje desgastado. Pecado capital andar rengueando la pierna por la vieja Europa o en el frío de Suecia o de Noruega.

Si vemos, con estos ojos tan propios al hombre y a la mujer de la calle, de cualquier parte, de cualquier barrio que mide con regla de madera la distancia entre sus sueños y los actos de los que dicen administrarlos, allí en ese pliegue, en esa rajadura vemos que la izquierda no ha muerto y no morirá jamás, es acaso decir NO, es acaso la belleza y NO el sentido histórico y la tiranía, ya sea de la norma, ya sea del método, de la organización o del mantenimiento de la brecha.

Al menos abajo, donde no se sitúa el iluminado, ni el funcionario, acá abajo, en la anónima vida cotidiana, donde vive el incumplido sueño, no hay mentira posible, sino la reproducción social de una realidad tan dura, que sin ideas, ni prefiguraciones de lo bello, es imposible vivir. Acá abajo no se mira realmente la promesa de los otros, siempre incumplida por definición, sino la vida misma y lo que podemos forjar, en la casa, en el hogar, en el hombre con la mujer, en el hombre con el hombre, en la mujer con la mujer, entre ellos y nuestros niños y niñas, entre todos y todas y el árbol de la cuadra y el gato o el perro que duerme a la berma del camino de Samaria,  y entre todo lo animal y las cosas que denominamos por costumbre y uso.

Acá abajo, forjar la emoción que no es sino la disposición corporal a la acción y forjar la acción misma, presupone el sueño, no importa que en su dominio, la izquierda y la derecha institucional, anden rengueando y rumiando, para dejarnos abandonados a nuestras utopías, que hemos construido y soñado en nuestros 500 años de soledad.







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