jueves, 24 de septiembre de 2009


x Fesal Chain

Desde mi artículo, la crisis de los democráticos y pasando también por aquel de la izquierda de viejo cuño, han pasado muchas cosas. Los análisis de coyuntura siempre sufren el terrible destino de su falta de actualidad, como los diarios de los domingos arrumbados. Pero bueno, para reactualizarse sólo basta hacer análisis nuevos con los nuevos elementos. Siempre respetando el hilo conductor por el que nos movemos.

Hoy la izquierda esta realineada. El MAS de Navarro, que es un conglomerado, que por su origen y por las reiteradas declaraciones de su ex candidato, fue siempre y ahora se desnuda plenamente como una apuesta liberal socialdemócrata, finalmente volvió a su origen, a Enríquez Ominami, que bien sabemos es una opción claramente liberal socialdemócrata o una reactualización de aquellos concertacionistas díscolos. No es menor tampoco, que la ex candidata Pamela Jiles, vaya en lista parlamentaria del MAS, ya que su viraje hacia Navarro finalmente la ubicó en las filas de Enríquez Ominami.

Por otra parte Arrate, de quien escribí un artículo hace muy poco, se levanta como un opción clásica de la izquierda histórica, por sus contenidos claramente antineoliberales y antisistema político, al menos habló en el debate presidencial de un "sistema político podrido" y además mencionó el problema mapuche, sin embargo los partidos que lo levantan lo han ninguneado sistemáticamente, han realizado un pacto parlamentario con la propia concertación y han llamado a votar por Frei en la segunda vuelta.

De esta manera la izquierda liberal socialdemócrata esta alineada en pleno con Enríquez Ominami y con un pacto parlamentario propio en el caso de los marquistas y en alianza con el PRI de Zaldívar en el caso de los Navarristas; la izquierda histórica con Arrate, pero en pacto parlamentario con la concertación. La concertación va dividida, Enríquez Ominami no es más que una fuga concertacionista comandada por Carlos Ominami, una concertación díscola; la derecha va unida con un candidato que al menos en el debate se vio débil y con muy pocos argumentos en su discusión con Frei, quien prometió más de lo mismo, es decir la burguesía tiene dos pésimos candidatos.

Se han levantado voces diciendo que la verdadera apuesta de izquierda es Arrate. Eso es cierto a medias. Es verdad, en tanto el candidato individualmente muestra una vocación y realiza declaraciones más críticas al conjunto del sistema político y económico levantado por la derecha y la concertación, sin embargo en el debate fue muchísimo menos opositor que Enríquez Ominami y sobretodo no fue capaz, por una cuestión estructural, de mostrar a la izquierda histórica como sí lo hizo Hirsch en el pasado, como una alternativa a la concertación. Es falso, en la medida que los partidos políticos que lo amparan han hecho un pacto parlamentario con la propia concertación.

Si es tan cierto que Arrate efectivamente es la opción de izquierda, tendrá que desmarcarse de un llamado a votar por Frei o por Enríquez Ominami en la segunda vuelta. Si no lo hace, cavará su propia tumba política (como opción autónoma de construcción de poder), la de los Socialistas Allendistas y del proyecto de Frente Amplio que comienzan a levantar como alternativa a la derecha y la concertación díscola o no.

Lo que hoy esta sucediendo, más allá de la crisis de la izquierda en su conjunto, es que primero, todos los sectores de la izquierda sin excepción o son depositarios de la herencia política y cultural concertacionista (Enríquez Ominami, Navarro, Arrate, los tres son ex socialistas, diputados, senadores y/o ministros de la concertación) o actualmente los que no provienen de ella: (PC-IC, Nueva Izquierda y Pamela Jiles) están subsumidos en estrategias electorales que hacen alianza con la concertación o con exconcertacionistas.

Así, la izquierda representada por Navarro, Arrate-Jiles, que tuvo la oportunidad de construir una unidad estratégica, se ve dividida, no logró de ninguna manera construir fuerza social y política autónoma de la concertación o de quienes pertenecieron a ella y quedó con una baja credibilidad en el electorado y en la ciudadanía en general.

Segundo, hoy la batalla se configura en el avance o no de Enríquez Ominami por sobre Frei, si el primero logra el 25% en primera vuelta, pasará a competir con el candidato de la derecha el sillón presidencial. La gran pregunta para la izquierda histórica que podrá quedar huérfana de candidato, sin Frei en la segunda vuelta es si llamará a votar por Enríquez Ominami o se volcará a reconstruirse como fuerza política y social con autonomía. Esto puede llegar a ser posible si además la izquierda histórica no logra obtener cupos parlamentarios, lo que es muy probable.

A mi modo de ver, este escenario no puede ser peor para la izquierda histórica, para la izquierda en general y para todos los sectores opositores a la concertación o a su continuidad marquista, con nuevos rostros y una política socialdemócrata liberal reactualizada. Sin embargo se abre una oportunidad, una brecha en que es posible reconstituirse a partir del probable 3,5 a 5% que logrará aglutinar Arrate.

Y esto es, que el propio Arrate ordene las huestes del Podemos y a las bases huérfanas de Navarro y Jiles y haga ver a los dirigentes comunistas que su apuesta ha fracasado de antemano, que llame a votar nulo en segunda vuelta, sea Frei o Enríquez Ominami el candidato, y se vuelque con su propio movimiento aliado a la cultura comunista no socialdemócrata, tanto al interior o fuera del PC a reconstruir tejido social y fuerza política en los territorios sociales y políticos populares más descontentos, en lucha directa contra la estrategia popular UDI.

Si Arrate durante los pocos meses que quedan de período de campaña, muestra algún signo de lo anterior, es posible que logre reagrupar a las bases del MAS, a los sectores de base del mundo díscolo PS-PC y recupere también votación comunista que hasta hoy vota nulo, pero por sobre todo y más allá de la lucha electoral logre reconstruir un discurso y un hacer propiamente de izquierda, allendista, rebelde y popular con una apuesta de amplia reforma al sistema actual, que a la larga y especialmente bajo un gobierno de derecha, aglutine a la izquierda, en un proyecto genuino y autónomo de la lucha interburguesa.

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