viernes, 12 de marzo de 2010

La imperiosa necesidad de una Izquierda Nacional


X Fesal Chain

Sociólogo

El gobierno popular de Salvador Allende tuvo como estrategia central la autonomía económica de Chile entendida como la segunda independencia nacional. Provenía esta idea fundante no sólo del socialismo histórico, sino de las alianzas que este socialismo había realizado en y con los gobiernos radicales. Si bien Salvador Allende provenía del mundo demoliberal y parlamentario, fue un sujeto histórico capaz de recoger la herencia cultural de vastos sectores a los que los unía un fuertísimo denominador común: el proyecto estratégico de desarrollo nacional contra el mercantilismo y el liberalismo de la derecha tradicional chilena. Del punto de vista histórico hay muchísimas evidencias de que la conformación del proyecto de la Unidad Popular es la continuación de una propuesta anti mercantil de desarrollo económico y social, donde el Estado y el Gobierno como brazo operacional del primero, fuera capaz de dirigir la economía y de sentar las bases de alianzas sociales y políticas por el desarrollo económico y social de las mayorías trabajadoras.


1.- Radicales, Socialistas y Nacionalistas

Al respecto, los antecedentes históricos de la alianza política entre socialistas y nacionalistas (ambos doctrinariamente anti liberales), bajo los regímenes radicales, en la década de los años 30 y 40 son evidentes. Como antecedentes:

"...A mediados del mes de enero de 1939, el Movimiento Nacional Socialista (MNS), ya en algo recuperado de los luctuosos acontecimientos del 5 de septiembre (Matanza del Seguro Obrero. Nota del Autor.), y después de un congreso nacional de dirigentes, pasa a denominarse Vanguardia Popular Socialista, cuyas siglas fueron VPS.(...)Con la Vanguardia, Jorge González Von Mareés, pasa a reconocer dentro de nuestro país la existencia de la “lucha de clases, como un fenómeno innegable” (Declaración pública de la VPS, 1939), abogando en el plazo inmediato por su sustitución, mediante una política integracionista de carácter social y nacional". (1)

(...)Días después del triunfo del Frente Popular, el 24 de enero de 1939, ocurre el terremoto de Chillán, tragedia que dejó un pasmoso saldo de 30 mil muertos, 40.000 heridos y 10.000 casas destruidas. Unido el país ante el dantesco siniestro, comenzaron los esfuerzos de recuperación de las zonas afectadas, las cuales se encontraban aisladas e incomunicadas. “(…) Sin teléfonos, sin telégrafos, sin medicinas, sin víveres, en medio del pavor, medio millón de chilenos amaneció el 25 en mitad de una espantosa catástrofe (…)” (2)

"La Vanguardia Popular Socialista, mediante su voluntariado, prestó una activa colaboración en estas tareas, realizando un importante papel, por ejemplo, en el ámbito de las comunicaciones a través de su militante Pedro del Campo, hecho que le valió su reconocimiento público. Así comienza, en el ámbito práctico, un intenso contacto político entre el sector vanguardista y el frente popular, muy especialmente con el Partido Socialista, a través del dirigente de esa colectividad Oscar Schnake.

Cuando se estructuraba el nuevo gobierno, y quizás por la colaboración dada por el nacismo hacia el triunfo del abanderado del Frente Popular, esta alianza le ofertó una serie de cargos públicos, aceptándose solamente los puestos del dirección del Registro Civil y la Conserjería de la Casa de Crédito Agrario, puestos que fueron administrados respectivamente, por los vanguardistas Felipe lazo Pérez Cotapos y Gustavo Vargas Molinare".(3)

“(…) Don Pedro fue leal con todas las fuerzas políticas que lo eligieron Presidente, así como también con los ibañistas de la Vanguardia Popular Socialista de don Jorge González Von Mareés (…) El espíritu realizador de don Pedro Aguirre Cerda lo llevó muchas veces a designar en cargos importantes a hombres de otras tiendas, considerando tan solo su capacidad. Entre ellos recordamos a Guillermo del Pedregal, Roberto Vergara y tantos otros.” (4)

"Pocos días antes de cumplirse el primer aniversario de la masacre del seguro obrero, ocurrió un acontecimiento impensado y hoy olvidado de los libros históricos nacionales. En una concentración realizada en el Teatro Carrera, el Jefe de la Vanguardia Popular pronunciará un discurso ante sus cuadros, el cual culminará con un fraternal abrazo entre este y el dirigente socialista Marmaduke Grove. Así mismo, el 3 de septiembre de 1939, en el barrio cívico de la ciudad de Santiago de Chile, se desarrollará una multitudinaria concentración pública, la cual reunirá a los cuadros de la VPS y una delegación de las “camisas de acero” del partido socialista.

En cuanto al trabajo parlamentario, los tres diputados ahora vanguardistas ( González, Guarello y Molinare), lograrán la aprobación de iniciativas, tales como: el proyecto de ley para la creación de corporaciones de reconstrucción y fomento ( futura CORFO); la incorporación de un impuesto extraordinario a las empresas cupríferas norteamericanas establecidas en nuestro territorio (hoy conocido como “royalty”); la suspensión momentánea del pago de la deuda externa; más la consideración del establecimiento de un área exclusiva para la explotación marítima nacional ( conocida en el presente, como las “ 200 millas)”. (5) Otro elemento constitutivo de la relativa continuidad de la Unidad Popular con respecto a la doctrina común de nacionalistas y la izquierda en relación al rol del Estado es el proyecto de nacionalización del cobre: " Años más tarde, en 1940, González von Marées propuso la "nacionalización del cobre y del salitre"; dicho proyecto sería aprobado recién el 11 de julio de 1971 por el gobierno de Salvador Allende siendo uno de los principales hitos de la historia nacional". (6)

1.1.- Algunas distinciones

Es más que evidente que con lo anterior no estoy afirmando que la izquierda chilena se haya constituido a partir del pensamiento nacionalista ni nacista ni haya tan fuertemente influido por estos,como lo plantea Víctor Farías, sino pretendo demostrar que en la historia de Chile, la Izquierda Chilena tuvo, más allá de las diferencias ideológicas y de los conflictos internacionales, períodos importantes en que hizo primar su concepción anti liberal y de amplios acuerdos con todos aquellos sectores que también postulaban su oposición activa al liberalismo mercantilista y su apoyo irrestricto al rol del Estado como inversor, gestor y fiscalizador de la economía en su conjunto para beneficio de amplios grupos sociales mayoritarios.


2.- El Nacionalismo y La Izquierda antes y después del Golpe de Estado de 1973

Los sectores nacionalistas actualizados en Patria y Libertad y en el Partido Nacional, promovieron activamente la sedición, el sabotaje, la caída de Allende y el Golpe de Estado de 1973. Sus dirigentes más connotados fueron partícipes y protagonistas de la dictadura y muchos de sus cuadros fueron activos militantes de los Servicios de Seguridad: DINA Y CNI, y uno de sus líderes Pablo Rodriguez Grez llegó a ser abogado del Dictador Pinochet en pleno siglo XXI.

Pero también existen evidentes signos históricos que una parte importante del nacionalismo, pasado los sucesos de defenestración del General Leigh en 1978, fueron opositores a la dictadura pinochetista, especialmente en lo que respecta al modelo económico neo liberal importado de Chicago y promovido por el gremialismo UDI de Jaime Guzmán, que ya había girado desde el pensamiento nacionalista corporativista de Primo de Rivera al liberalismo económico de Chicago.

Como elementos adicionales a la confrontación del modelo económico entre duros y blandos (nacionalistas y gremialistas) hay suficiente material del rol directa y francamente represor que cumplió Jaime Guzmán sobre los destacamentos civiles tanto al interior como fuera del régimen, y de ahí se explica a su vez, su fuerte oposición a Manuel Contreras y a los aparatos de seguridad del régimen dictatorial que estaban fuertemente influenciados por el pensamiento nacionalista más ultrista y anticomunista y de carácter lumpérico.

Algunos documentos nacionalistas plantean también que el cruel y alevoso asesinato de Tucapel Jiménez, por ejemplo, fue más bien el aprovechamiento político por parte de los sectores pinochetistas de la dictadura, de una reyerta interna entre el pinochetismo y el nacionalismo, siendo Tucapel Jiménez un connotado líder nacionalista antipinochetista y antidictadura.

Por otra parte ya en 1986 aproximadamente, Roberto Thieme, uno de los lideres más connotados de Patria y Libertad, plantea públicamente en la Revista Análisis que era necesario formar parte del Movimiento Democrático Popular en la lucha contra la dictadura y siguió manteniendo una clara oposición al régimen y al liberalismo tanto de izquierda como de derecha. Una especie de tercera posición doctrinaria, aún cuando en su vida privada mantuvo estrechos lazos con la derecha chilena y con la familia Pinochet por consideraciones sentimentales y afectivas. Al respecto es recomendable leer el libro escrito por el periodista Manuel Salazar: El Rebelde de Patria y Libertad, de Sociedad Editorial Mare Nostrum.


3.- La izquierda y su vocación estatal, nacional y popular hoy

Propugnar hoy día un alianza entre sectores nacionalistas y la izquierda, al estilo de la década del 40, es un contrasentido político y ético, especialmente si consideramos la historia de la década del 70. Probablemente en la década de los 40 y hasta el año del "tacnazo", un fallido golpe de estado que ocurrió en Chile el 21 de octubre de 1969, (donde un grupo de oficiales liderados por el General Roberto Viaux, se acuarteló en el Regimiento “Tacna” de Santiago para exigir mejoras salariales y profesionales para el Ejército de Chile), sectores de la izquierda chilena que habían participado en el Frente Popular, en el gobierno de Ibañez desde el socialismo y el agrario laborismo, aún tenían cifradas esperanzas en que una alianza entre nacionalistas, militares y la izquierda, era el mejor camino de un proyecto nacional de desarrollo para los trabajadores, bajo un modelo de Estado fuerte y dirigista. Al respecto en conversaciones con viejos militantes socialistas cercanos al modelo nasserista, me ratifican que algunos de ellos a modo personal, participaron del intento de golpe de Viaux y que veían en este movimiento una alternativa al demoliberalismo de la izquierda histórica, de la falange y de la derecha tradicional.

Sin embargo las acciones de sabotaje y terroristas de Patria y Libertad antes y durante la UP, el golpe de estado de 1973 y las acciones y alianzas del nacionalismo con los servicios de seguridad del pinochetismo, le quitaron, si alguna vez las tuvo, a la totalidad de sus vertientes todas las cartas de nobleza que podían catapultarlo en alianza con una izquierda antiliberal, a ser una alternativa al liberalismo mercantil democrático .

Pero también la izquierda chilena perdió sus cartas de nobleza, por una parte ha abandonado todo tipo de proyecto de carácter estatal y de desarrollo, para terminar subsumida en distintas variantes del liberalismo parlamentario y del neo liberalismo, esto especialmente a partir de la influencia de los dirigentes que volvieron del exilio y de los sectores socialistas más liberales como el laguismo, el socialismo proveniente de la democracia cristiana (influencia directa del MAPU) y el tercerismo alemán. A su vez el Partido Comunista que seguía levantado hasta el año 2005, una alternativa o tercera vía a los liberalismos en pugna, ha vuelto a sus alianzas demoliberales históricas con los sectores socialistas liberales, tal cual lo hizo en la década de los 40 con sectores anti nacionalistas y anti socialistas, lo que lo ha colocado claramente en el ala izquierda de la socialdemocracia liberal.

Los planteamientos de Allende que provenían como matriz cultural de la visión estatal desarrollista tanto del radicalismo o socialismo democrático, de la propia izquierda marxista, como del nacionalismo de los años 40, ha quedado en definitiva como un recuerdo fantasmagórico de lo que alguna vez la izquierda chilena levantó como proyecto.


4.- ¿Entonces porqué una Izquierda Nacional?

La respuesta es simple, hoy la ultra derecha pinochetista y sus sectores transformistas, como la izquierda demoliberal en su conjunto, están unificadas en la administración del modelo financiero y monetarista. No hay alternativa política que coordine y levante una alternativa real a los liberalismos en pugna, al demoliberalismo de la izquierda socialista y comunista y al neoliberalismo democristiano y neopinochetista, en suma a la estrategia improductiva y usurera de la burguesía financiera quien ha supeditado a la totalidad de clases, fracciones y sectores socio económicos de la vida nacional a sus intereses particulares. Y hoy ya no sólo desde los poderes fácticos de los grupos financieros y corporativos de la clase patronal sino también desde el gobierno que han recuperado después de 20 años de administración socialdemócrata liberal.

De esta manera se hace urgente la construcción de una Izquierda Nacional, capaz de tomar en sus manos tanto la memoria y herencia cultural, la historia doctrinaria y política de los destacamentos más consecuentemente antiliberales de la historia de Chile y con vocación profunda de construcción de un Estado Nacional fuerte, especialmente las ideas y acciones que van desde los años 20 al 70 del siglo pasado, al mismo tiempo que limpiando esta historia de los sectores y destacamentos vacilantes y recalcitrantes o terroristas, reactualizando en el ámbito político y económico sus propuestas estratégicas.

A propósito de las reactualizaciones, no es azaroso que en la pasada campaña presidencial, el candidato opositor a Frei y Piñera, Enríquez-Ominami, que si bien proviene del liberalismo socialdemócrata, haya puesto énfasis en la defensa de trabajadores en general como creadores de la riqueza y a los sectores más tradicionales, por ejemplo los productores del agro en particular, como así también que su jefe de Campaña, Max Marambio haya invocado un rol aún más fuerte del Gobierno como brazo operativo de un Estado con mayor capacidad regulatoria y fiscalizadora de los mercados. Como así también no es azaroso, que un contingente de al menos 8% de la votación derechista lo haya respaldado, lo más probable es que sean aquellos sectores que no se identifican con la izquierda histórica, pero tampoco con el libremercadismo a ultranza de RN y de la UDI, es decir los sectores antiliberales históricos no izquierdistas y más apegados a la tradición nacionalista y antipinochetista. En esa incipiente alianza se vislumbra una relativa recuperación de la memoria histórica, de las ideas y acción política de los sectores más críticos del demoliberalismo y del mercantilismo.

A mi juicio, es necesario hoy tomar los elementos esenciales de los que fuera la propuesta Radical, Socialista, Nacional y Desarrollista de puesta en marcha de un Estado Co-inversor gestor, fiscalizador y propulsor de la economía nacional como industrialización, desarrollo hacia adentro y producción y distribución de la riqueza para las grandes mayorías nacionales, donde el gobierno sea el brazo político capaz de ejecutar las tareas estratégicas. Considerando, por supuesto, la globalización cultural, económica y política en la que vivimos actualmente, producto justamente de la internacionalización a gran escala del capital financiero.

Se trata a su vez de establecer las clases, fracciones de clases, y los sectores y grupos sociales que han sido supeditados económica y políticamente al modelo de Chicago: los sectores populares expropiados de todo fruto del crecimiento, los trabajadores manuales e intelectuales, los nuevos proletarios del retail y de las ventas, los micro, pequeños y medianos empresarios, los empresarios del Agro y del sector exportador, las Fuerzas Armadas y en especial el Ejército profesionalizado, con su enorme acumulación de elementos técnicos y teóricos de planificación y logística, considerar a los grupos económicos con fuerte presencia productiva o susceptibles de realizar re conversión y a los partidos políticos con vocación de servicio público y formación de cuadros profesionales y técnicos de intervención social en todas las áreas de la economía.

5.- La propuesta concertacionista de los últimos 20 años ha fracasado. No reformó el modelo neo liberal ni construyó un Estado Social, pero en lo estratégico no logró como propuesta socialdemócrata real, el reconocer dentro de nuestro país la existencia de la “lucha de clases, como un fenómeno innegable abogando por su sustitución, mediante una política integracionista de carácter social y nacional", como lo planteara Von Mareés y los sectores socialistas históricos en la década de los 40 bajo los regímenes radicales más progresistas.

La concertación no quiso romper con la hegemonía de la burguesía financiera sobre la totalidad de las clases, y grupos sociales de la Nación. De esta manera le hace entrega a la misma burguesía financiera liderada por su máximo financista y el hombre más rico de Chile, del gobierno de la República. No podría haber sido de otro modo pues la propia concertación no fue capaz ni deseo representar y traspasar poder a los grupos y clases subalternas al modelo financiero.

Hoy el gobierno de la burguesía financiera y de los poderes fácticos y corporativos de la clase patronal, tiene un margen de maniobra estrecho para optimizar el modelo y si bien aboga por un abstracto gobierno de Unidad Nacional, sólo podrá aplicar el modelo neoliberal y monetarista más ortodoxo, reproduciendo los antagonismos y problemas estratégicos de la lucha de clases del período anterior. Frente a esta realidad, no es para nada absurdo ni utópico, dado la creciente descomposición del modelo libremercadista, que los amplios sectores sociales ya descritos y los destacamentos de todo signo con mayor vocación estatal y de intervención, vía un modelo de mayor productivismo y redistribución de los frutos del crecimiento, comiencen a nuclearse para llevar adelante los verdaderos cambios estructurales que Chile requiere imperiosamente.





(1) Bragassi Hurtado, Juan; La Historia de la Vanguardia Popular Socialista .
(2) “Terremoto de Chillán”; Revista Ercilla; N° 195; enero de 1939.
(3) Ibíd 1.
(4) Chamudes, Marcos; “Cuidado no me desmienta”; editorial Alonso de Ovalle, 1954; pp.11 a la 112.
(5) Ibíd 1.

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