martes, 24 de agosto de 2010

A propósito del 24 Congreso del PC: Cómo construir una alternativa entre la socialdemocracia liberal y la izquierda radical


de Fesal Chaín, sociólogo

En pleno período del Congreso del Partido Comunista, que en su convocatoria invita a militantes activos, no activos y a amigos a dar sus opiniones en Congreso Abierto, creo necesario por lo mismo fijar mi posición en lo que concierne al desarrollo del partido como instrumento de transformación social y política.

En la convocatoria al XXIV Congreso se plantea:

"La democracia y el socialismo han sido nuestro norte. Luchamos contra la dictadura de Ibáñez y fuimos parte del breve pero fecundo gobierno de Pedro Aguirre Cerda. La traición de González Videla, que nos llevó a la ilegalidad por una década, no pudo impedir que nuestras demandas pasaran a ser las exigencias de todo un pueblo movilizado por sus derechos, que en pocos años logró una gran victoria junto al Presidente Salvador Allende cuyos logros históricos, como la nacionalización del cobre y su ideario político y social perduran en la conciencia y voluntad de lucha de los chilenos y que, en diversos países, sirven de sustento a la emancipación de sus pueblos. Nos jugamos por entero, en la primera línea, contra la dictadura oprobiosa de Pinochet y los conspiradores civiles y militares que la provocaron, contribuyendo decisivamente a su derrota".

A pesar de que pueda parecer un párrafo muy general, es importante. Establece una cuestión esencial y que es la no escisión entre la lucha por el socialismo y la democracia. Al respecto esta unidad es clave. Pues si bien la democracia representativa de carácter democrático-burgués es tremendamente limitada y en especial para todos los sectores postergados y las clases subalternas del capital, es a su vez, por experiencia histórica y cultural, un estadio que permite, sino el avance arrollador de estos mismos sectores y clases, al menos una base de sustentación y un espacio de mayor capacidad de maniobra de los dominados, en espacios de mayor libertad y respeto por los derechos humanos que en dictadura. Ya sabemos que en las dictaduras inclementes, se produce una inflexión enorme de la lucha de clases y una avanzada de los sectores más reaccionarios con sus instrumentos de dominación al desnudo. Genocidio, torturas, represión focalizada y generalizada. Evidentemente el paso cualitativo a una democracia social no está garantizado en la democracia de carácter parlamentario y de dominio de los de arriba, sino se piensa, trabaja y lucha desde una acción transformadora de carácter socialista, pero sin caer en etapismos, es posible afirmar que un avance pleno en la socialización de las libertades y de los derechos políticos y económico-sociales, es bastante menos posible y más traumático para el pueblo en un régimen dictatorial.

En el párrafo citado, se establece históricamente, la gran diferenciación con las izquierdas liberales y las izquierdas radicalizadas. El tema es largo, pero si por una parte la socialdemocracia liberal ha fijado a la democracia representativa y el mercado como el mejor de los mundos posibles y afirma su vocación mínimamente reformista desde ella, por otra parte la izquierda radicalizada, se pone al margen de la lucha política de clases, es decir al margen de la lucha democrática, tratando de imponer el carácter proletario de la lucha escindido de la democracia misma, de modo independiente, y transformándose a la larga en destacamentos militarizados que pretenden reemplazar a las fuerzas sociales y su correlación. Al respecto cuando fui invitado a una de las primeras reuniones de los Comités Comunistas, ese fue el aporte que traté de realizar, es decir el invitar a no convertirse en un pequeño grupo subsumido en la tradición pre-leninista, de guerra de trincheras. Sin ánimo de denostar las legitimas diferencias de aquellos que en definitiva y fundadamente, se retiraron del partido en la coyuntura que fue desde los Pactos por Omisión al apoyo a Frei, creo que el haberse restado a la lucha de ideas al interior del partido (por la fuerza de la exclusión partidaria también) los ha empujado justamente a una política de alianzas con los sectores de la izquierda radical pre-leninista.

Por otra parte se afirma en el documento de convocatoria o en el capítulo: LA MIRADA ESTRATÉGICA: EL OBJETIVO PRINCIPAL DEL PERÍODO."–Para las fuerzas democráticas de Chile, el principal desafío político actual es desplazar a la derecha del gobierno (...) Si en la Concertación, en el Juntos Podemos y otras fuerzas de distinto signo, incluyendo vastos sectores independientes, se impone la convergencia como la forma de generar una nueva mayoría nacional, para realizar las transformaciones democráticas que requiere el país, entonces podríamos proponernos alcanzar un gobierno de nuevo tipo(...) En el plano político, nos referimos especialmente a la Concertación y al movimiento de Marcos Enríquez".

Es en el párrafo donde se levanta la tesis fundamental de la Convocatoria. En un mensaje a Manuel Loyola y sus análisis sobre la misma, le planteo, acorde a mis propios artículos sobre el partido, en relación a la estrategia de la dirigencia desde el Pacto por Omisión hasta ahora, que: " Por mi parte he dado un nuevo giro a ciertas cuestiones que puedes leer en mis últimos artículos, sin embargo y posiblemente por mi lenguaje, no he logrado hacer entender a muchos que no soy de blanco y negro. Es decir ciertamente creo que hay al menos una tercera posición en esto (...) y creo que podemos(...) encontrarnos en ella también. (...) Creo con mucha firmeza que hay una salida entre la concepción de una social democratización de carácter paródico (a la que se refiere Loyola) y de aquella más radicalizada que sólo ve en el pasado de los 80 y 90 una salida." Y el nuevo giro al que me refiero no es la adopción mecánica de las tesis de la dirigencia y de la Convocatoria, pero tampoco el renunciar al instrumento partidario para hacerme parte de la izquierda radical, sino, por una parte el reafirmar mi participación al interior del partido, sin dejar jamás de realizar mis análisis y críticas a lo que considero un error político histórico. Y por otra recoger como lo hago en este artículo algunas afirmaciones de la convocatoria (con todas sus deficiencias) que considero correctas.

Decir que "si en la Concertación, en el Juntos Podemos y otras fuerzas de distinto signo (MEO y PRI, nota del autor),incluyendo vastos sectores independientes, se impone la convergencia como la forma de generar una nueva mayoría nacional, para realizar las transformaciones democráticas que requiere el país, entonces podríamos proponernos alcanzar un gobierno de nuevo tipo", es plantearse por una parte la única posibilidad de alianzas. En Chile la existencia política más allá de los tres tercios no existe o no tiene fuerza real. En el sentido de lo anterior, nadie puede negar que la persistencia en los pactos electorales, de los acercamientos simbólicos y operativos a sectores de la concertación, ha sido un intento por sacar al partido de su posiciones más aisladas del pasado. Lo que yo siempre he criticado en este intento, son dos cuestiones fundamentales: Por una parte el sobregiro de la dirigencia por demostrar que los comunistas son parte integrante del sistema político, sobregiro que ha hecho que finalmente terminemos como un partido virtualmente integrante de la coalición hoy opositora, levantando alternativas presidenciales y apoyando alternativas parlamentarias de ellos, sin ninguna consideración a que estas alternativas han sido efectivamente liberales y reproducen el dominio del modelo a través de los sectores menos progresistas de la propia concertación.

Por otra parte y así lo afirmé en mucho artículos, que este sobregiro y también el acuerdo parlamentario, hizo que la dirigencia priorizara en una coyuntura crítica, justamente al freismo, en vez de alinearse con la izquierda progresista, que si bien no es socialista, era claramente opositora a la concertación y que su vez concitó como alternativa de izquierda, la mayor cantidad de apoyo popular. Ahora la dirigencia desea unir a todos los sectores. Por desgracia los deseos políticos no son la primera fuente de los resultados posibles. Si realmente se hubiese deseado la unidad de la izquierda, era claro que había que apoyar al Meismo y desde alli establecer alianzas políticas con la concertación. Claro está, que probablemente no se habría podido acceder al parlamento, y ese fue un costo que claramente la dirigencia sopesó.

Siguiendo con la convocatoria, también establece esta tesis del gobierno de nuevo tipo, que sería posible que la propia concertación o sectores de ella, se desmarcara de sus políticas neoliberales y reformistas. O si no, se entendería dicho llamado. Como le pregunté en la apertura del Congreso local al presentador de la Convocatoria y alto dirigente del partido, si realmente el creía posible que el Laguismo (en el más amplio sentido del término, como tradición socialdemócrata liberal, por no decir el Felipismo del PSOE, el padre hace poco en Chile) no continuaría siendo el sector hegemónico en la concertación y en la centro izquierda. Y también cabe preguntarse si sería posible que la concertación y los sectores no laguistas dejarían de levantar sus propuestas liberales, a menos claro está que se considere a Osvaldo Andrade, al Bacheletismo o a los sectores de Carolina Tohá como antiliberales, lo que sería un error político y conceptual. Del PRI ni hablar dado su evidente giro al piñerismo.

Así reafirmo que no es posible confundir una política de alianzas, necesaria para "desplazar a la derecha" y detener su estrategia de conformación de una "dictadura democrática y de un ultraliberalismo", con el Programa, Estrategia y Organización propia del partido, y una alianza estratégica con una de carácter táctica, y menos confundir los propios deseos de construir una nueva fuerza, con los cambios que eventualmente podrían realizarse al interior de la socialdemocracia liberal en su conjunto. Eso además de un error conceptual es dejarle lisa y llanamente la iniciativa política al otro. De hecho en mi artículo: "Unidad, unidad, unidad", afirmo que frente a la configuración evidente de "un Estado policial, que tiene como objetivo la institucionalización de un Estado Vigilante (...) para construir(...) una Democracia de la Seguridad y el Control, es necesario la unidad de todas las fuerzas contra ese intento (es decir contra la específica configuración de la dictadura democrática de los reaccionarios o Uribización del sistema político). Pero también planteo claramente que "no se trata en definitiva,(...) de adoptar las estrategias de la socialdemocracia liberal, que mucho tiene de responsabilidad en la actual situación, al no haber tenido la voluntad política de desarmar el entramado jurídico y socio económico del pinochetismo y el no haber resuelto los problemas militares de la lucha democrática".

En otro artículo escrito por mí: "Por la recuperación de los comunistas para los trabajadores y para Chile", afirmo que"los dirigentes del partido, con la justificación de la exclusión política y vía pactos, cambiaron la política de alianzas y por su intermedio la estrategia del partido en su conjunto. Es decir (que han transformado paulatinamente) al partido en una fuerza socialdemócrata, subsumida en el camino de derrota de la concertación, de la que hoy difícilmente saldrán, ya sea porque quedaron atrapados en la tesis (actualizada) del frente antifascista (todos contra la derecha) o porque no lo desean (...).Que pasamos, sin solución de continuidad (...) de ser un partido profundamente crítico de la concertación y de la derecha, (ciertamente aislado), pequeño, pero creíble y con capacidad potencial de constituir y ser parte de una tercera fuerza social y política en Chile, a ser un mero partido parlamentario, sin verdadero arraigo en los grupos y clases subalternas, satélite de la socialdemocracia liberal concertacionista, perdiendo la preciada credibilidad, y la capacidad de dirección del nuevo proletariado chileno y de los sectores marginados de la "modernización" concertacionista de los últimos 20 años".

Finalmente en mi articulo "Luis Corvalán como interpelación fraterna de la Unidad de los Comunistas como una fuerza plural y flexible", estimo que es necesario levantar la propuesta integral "de la rica mixtura entre el pensamiento ligado a la vía chilena al socialismo, como aquel de todas las formas de lucha, reivindicando el derecho del partido y del pueblo a la resistencia contra todo tipo de opresión que podrá expresarse de los más variados, masivos y efectivos métodos de lucha" Y afirmo que "es necesario por parte de los dirigentes, cuadros, militantes y simpatizantes comunistas, realizar un esfuerzo consciente por ser capaces de reconstruir y dirigir colectivamente la unidad tan preciada (de la cultura comunista como partido), que nos llevará sin lugar a dudas a ser nuevamente un partido de vanguardia (real) y no meramente "progresista", plural e inserto en la institucionalidad, pero también en los territorios sociales de los trabajadores y pobres de Chile y con capacidad de amplia credibilidad, crecimiento y hegemonía cultural y política en el seno del pueblo".

Lo que estoy diciendo es que perfectamente posible realizar un consenso de la totalidad de los sectores comunistas, tanto al interior como el exterior del partido, que consideré legítimo romper el aislamiento de los comunistas con una amplia política de alianzas tácticas para tareas concretas, y así dejar de visibilizarnos como una fuerza meramente de choque y fuera de la lucha democrática real, pero a la vez siendo capaces de establecer alianzas estratégicas con los sectores más progresistas del NO para la reconstrucción de la izquierda y construir así una fuerza social y política de izquierda socialista y popular, y no subsumirnos por ningún motivo, en alguna vertiente liberal. Entre otras externalidades positivas, este camino nos garantizaría fortalecernos como cultura y partido.

De esta manera fijo mi posición, en desacuerdo con los sectores a mi juicio radicalizados y atrincherados de la política de izquierdas y también con aquellos que finalmente estarían por una alianza de largo alcance especialmente con la concertación o sectores integrantes de ella, que difícilmente dejarán su liberalismo reformista o directamente su modelo "PSOE".

A mi juicio es posible la unidad amplia social y política del pueblo, para detener a la derecha y desplazarla de su intento refundacional de una Democracia de la Seguridad y un modelo ultra liberal, pero a la vez es necesario ir construyendo un Programa, una Estrategia y una Organización no sólo de la revolución democrática, sino de las transformaciones necesarias al modelo socio económico y de democracia restringida como vía al socialismo,alineandose con los movimientos y partidos mayoritarios más críticos de la concertación y de la derecha, donde se hagan presentes a su vez amplios sectores sociales, como lucha territorial y no meramente comunal y como lucha de movilizaciones y de calles.

Es decir dar una lucha democrática no escindida de la lucha antiliberal y socialista y ser capaces de superar las diferencias internas, para dar un salto cualitativo en nuestra política, de manera autónoma de las alternativas organizativas socialdemócratas concertacionistas, como de la izquierda radical, y (re) situarnos en el sistema político chileno como uno de los ejes fundamentales de una alternativa real al sistema de dominación, como representantes y organizadores de los trabajadores manuales e intelectuales de Chile.

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